



UPyD es un partido muy joven y pequeño, pero también un fenómeno casi único en la democracia española. Hasta ahora y salvando los años de la Transición, ninguna formación nueva (no una coalición, escisión o refundación) había conseguido el voto de más de 300.000 ciudadanos sólo seis meses después de nacer. De hecho, todos los pronósticos auguraban que Díez se estrellaría en las urnas y terminó la jornada electoral como diputada tras convertir a UPyD en la sexta fuerza política en número de votos (306.079), a sólo 49 sufragios del PNV. Meses después de las generales, todos los sondeos, incluso los de los medios menos identificados con sus siglas, son unánimes: su intención de voto desde marzo se ha doblado. Incluso, un diario en muchas ocasiones enfrentado a Díez destacaba esta semana que las expectativas de voto a UPyD «se han multiplicado por ocho» en un año. Como explica la parlamentaria, «ahora, nos apoyan muchos más de los 300.000 que nos votaron en marzo». El éxito de UPyD tiene mucho que ver con su cabeza visible, pero ella niega que sea una formación personalista, como dicen sus adversarios. Aun así, el tirón de la ex dirigente socialista -siempre es una de las políticas más valoradas en todas las encuestas- es en gran parte culpable del presente y de las buenas perspectivas de este partido. Orgánicamente, estos 12 meses le han servido a UPyD para crecer y asentarse en toda España, de forma que su estructura ya cubre las 17 comunidades, Ceuta y Melilla. Como explican desde la dirección, el partido existe gracias a 8.500 militantes que pagan sus cuotas y a otros varios miles de voluntarios que dedican parte de su tiempo libre a la organización porque, de momento, sólo tiene a seis personas contratadas, incluido el asesor parlamentario. Su estructura organizativa, de momento, es muy sencilla: un Comité de Dirección sin cargos -no hay presidente, ni secretario general...- es el máximo órgano ejecutivo y está compuesto por 17 personas. El Consejo Político funciona como órgano asesor y 19 coordinadoras territoriales (en todas las comunidades, Ceuta y Melilla) dirigen la estructura regional de UPyD. Hasta el otoño de 2009 no está previsto que celebre su primera Asamblea General -o congreso- y será entonces cuando su estructura se complique y se adapte al tamaño que haya alcanzado. Díez, Carlos Martínez Gorriarán -de hecho, el número dos- y los demás dirigentes del partido están trabajando en este momento en la elaboración de las listas para las próximas elecciones vascas -donde esperan obtener, al menos, uno o dos diputados por Alava- y gallegas, donde, según Díez, también tendrán representación. En junio, se celebrarán las europeas, los segundos comicios nacionales de UPyD, y Díez aspira a mejorar esa sexta posición de marzo y conseguir más de un eurodiputado (su cabeza de lista es el catedrático Francisco Sosa Wagner). «Además, haber entrado en los parlamentos del País Vasco y de Galicia nos dará una fuerza añadida», contó muy segura Díez a EL MUNDO. Un año después de nacer, lo que no ha cambiado es el ideario de UPyD. Se trata de un partido nacional -«sin complejos», dice Díez y «el único que defiende lo mismo en toda España y que se presenta con las mismas siglas en todas las comunidades»- que apuesta por la cohesión territorial frente a las ambiciones nacionalistas y que se ha centrado en defender los elementos que pueden unir a España como nación: el castellano como lengua común, un sistema educativo único, una lucha sin cuartel contra el terrorismo... Pero Díez sigue defendiendo que UPyD es una partido «transversal», con lo que aúna elementos de la izquierda y de la derecha sin pertenecer ideológicamente a ninguna de las dos clasificaciones tradicionales. Por ejemplo, se puede parecer al PP en su modelo de Estado y al PSOE en el modelo social (laicidad, aborto...). En el Congreso, la actividad parlamentaria que ha desarrollado Rosa Díez en cuatro meses (restando los inhábiles del verano) no es poca para tratarse de una sola diputada. Desde que se abrieron las Cortes, el pasado mes de abril, Díez ha registrado seis proposiciones de ley orgánica, 26 proposiciones no de ley, una moción y 327 preguntas escritas y orales. Entre ellas, destaca la propuesta de reforma de la Ley Electoral -que quiere aumentar la proporcionalidad del Congreso y limitar el poder de los nacionalistas-, la recuperación del recurso previo de inconstitucionalidad, la reforma del Código Penal para que los delitos de terrorismo no prescriban o medidas para evitar la discriminación lingüística. Además, con sólo un escaño, UPyD ha ganado algunas iniciativas importantes, como que el Congreso reclame la ampliación del reconocimiento de las víctimas del terrorismo a todo el colectivo de amenazados y perseguidos por ETA. Hoy sábado, Díez, Martínez Gorriarán, Mikel Buesa, Albert Boadella... junto a unos 2.000 afiliados celebrarán en el circo Price de Madrid que, un año después, UPyD es ya adulto y goza de muy buena salud.
Fuente: El Mundo